La moda, ¿sabías que tiene una historia de rebeldes y visionarios? No es solo un capricho, ni un conjunto de prendas que cambiamos por el simple gusto de seguir una tendencia. La moda ha sido, desde siempre, un grito de revolución, un símbolo de identidad, una forma de decirle al mundo quién sos sin usar palabras.

Desde los años 20, cuando Coco Chanel hizo el escándalo de despojar a la mujer de corsets y feminizó lo masculino, hasta la moda punk de los 70, que revolucionó todo con sus chaquetas rotas y peinados desordenados. La moda siempre fue una forma de resistencia. Y sí, por más que hoy nos riamos de las tendencias locas, la moda tiene poder.

Porque, aunque nos quieran vender la idea de que lo superficial no importa, la moda es lo que nos define, nos clasifica, y nos conecta con una sociedad que siempre nos está mirando. Es una manera de decir: 'yo existo, yo soy parte de esto'. ¿Quién no se siente un poco más seguro con esa prenda que te hace ver espectacular? O, peor aún, ¿quién no se siente raro cuando algo te queda mal y te hace sentir invisible?

La moda, con todo su brillo, tiene un poder casi sutil: nos da identidad. Y no es que sea superficial, es que la ropa no es solo tela, es un lenguaje, es un mensaje, es un grito silencioso de resistencia o pertenencia. Porque, seamos sinceros, ¿quién no se siente más confiado cuando tiene el outfit adecuado? Al final, como decía Balzac: 'La moda es la última etapa de la civilización'. Y si la moda es el reflejo de nuestra sociedad, bueno, parece que aún estamos aprendiendo a usarla bien.

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